Egipto, tierra de Faraones, templos y maravillas de la antigüedad, cuna de civilizaciones, milenios de historia cargada de magia y esplendor, paisajes desérticos que contrastan con la frondosa y fértil tierra bañada por el Nilo.
Este gran río, cuyo nombre tiene como origen la palabra griega Neilos, que significa “Valle del Gran Río”, es el segundo río más largo y caudaloso del mundo, que desde su nacimiento en el Lago Victoria, recorre durante sus 6,671 km. Uganda, Sudán, Etiopía y Egipto, donde desemboca en el Mar Mediterráneo en un espectacular delta.
Y son las técnicas de previsión de las crecidas y sequías de los antiguos ingenieros egipcios las que nos ocupan en esta ocasión.
Históricamente la mayor fuente de riqueza de Egipto ha sido la bondad con la que el gran río fertilizaba sus campos. Cada verano las lluvias torrenciales de las tierras altas de Etiopía ocasionaban un notable incremento del caudal de agua, cuyo paso a lo largo de Egipto ocasionaba el desbordamiento del Nilo entre junio y septiembre inundando de esta manera las llanuras adyacentes.
Cuando las aguas retrocedían, entre septiembre y octubre, depositaban una rica capa aluvial de limo, que propiciaba la fertilidad de las tierras cultivables.
Era tal la importancia del Nilo en la vida de los egipcios, que en la elaboración del calendario se hizo coincidir el principio del año con el comienzo de las inundaciones.
Pero no todos los años eran prósperos, cuando la inundación era baja la producción agrícola caía drásticamente, lo que suponía hambrunas. Por este motivo los antiguos ingenieros elaboraron un instrumento que les permitiera anticiparse a las crecidas y prever el resultado de las cosechas. Este instrumento es el Nilómetro.
Pero no todos los años eran prósperos, cuando la inundación era baja la producción agrícola caía drásticamente, lo que suponía hambrunas. Por este motivo los antiguos ingenieros elaboraron un instrumento que les permitiera anticiparse a las crecidas y prever el resultado de las cosechas. Este instrumento es el Nilómetro.
Se trata de pozos ubicados en el curso del río, habitualmente en los templos, y eran los propios sacerdotes quienes mediante marcas en la medición de la altura con la que bajaba el Nilo, se encargaban del control del nivel de las aguas. En los años en los que se preveía un nivel bajo del río se preocupaban para que el agua llegara a todas las aldeas y distribuir el alimento en consonancia con la sequía, mientras que cuando había previsiones de grandes crecidas, se ocupaban de la preparación de diques de contención y canales.
Citando a Plinio el Viejo “...cuando el ascenso alcanzaba doce codos, hay hambre; en trece hay escasez; catorce trae alegría; quince seguridad y dieciséis abundancia, gozo y placer”.
Los nilómetros más famosos y que hoy en día se han conservado mejor, son el de Elefantina, Kom Obmo y el de la Isla de Roda.
En la actualidad, con la costrucción de la Presa de Asuán, el nivel de las aguas del Nilo es constante a lo largo del año, poniendo fin al ciclo de inundaciones en todo Egipto. El agua se eleva mediante bombas, la tierra es fertilizada con abonos químicos, y el valioso limo se deposita y pierde en el fondo de la gran presa.
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